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Ahora me siento un poco más tolerante y puedo pensar mejor antes de actuar.


El grupo me ha permitido vivir más tranquila, con menos sentimientos de culpa.





La culpabilidad me hacía ceder a exigencias de otras personas y muchas veces hice cosas que no quería.



Era un círculo vicioso: agresión, sentimiento de culpa, agresión.



Me sentía muy arrepentido de actitudes que no podía controlar. Muy culpable.



Solía agredir a las personas que estaban cerca.


Me di cuenta de que odiaba a las personas y a mí misma.


En Neuróticos Anónimos conocí el nombre de emociones que antes no podía identificar. 

























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