Cuando empecé a acudir a las juntas me di cuenta, a través de las experiencias de otros compañeros, que no era el único que sufría de esa manera. Fue una sorpresa; lo mejor que me haya pasado. Me sentí libre.
Me he sentido más tranquilo, los ataques de enojo y de ansiedad han bajado mucho y mi relación familiar ha mejorado, no solo con mi papá, sino con toda la familia, lo que siempre había soñado.
He podido confiar en el Programa de Recuperación.
Comentarios
Publicar un comentario